Venezuela: Un apunte oportuno sobre la Ayuda Externa
Venezuela: Un apunte oportuno sobre la Ayuda Externa
El más absoluto de los vacíos que puede
experimentar cualquier ser humano ocurre cuando adquiere conciencia de no tener dominio para organizar su propia vida, cuando evidencia su inevitable
dependencia de parte de alguna entidad o persona externa, por cercana o afín que la misma sea. Esto es válido tanto para
las cosas más sencillas y primarias de su cotidianidad como para cualquier otro
asunto trascendente que pueda estarle ocupando o acogotando en algún momento
de su vida.
Si ahora, del ámbito
individual nos trasladamos al social, y si además pensamos en una vida colectiva
responsable y comprometida, civil y debidamente organizada, podremos comprobar
que, si adicionalmente deseamos o aspiramos que predomine en dicha sociedad una Conducta Democrática, la misma lleva implícita la necesidad
de creer en nosotros mismos, y en el otro que, como nosotros, no está a la
espera de alguna fuerza superlativa externa, mesiánica y solucionadora de sus
necesidades o dificultades: el jefe, el estado, el partido, el gobierno, el
tirano, el aliado externo. Una tal
conducta, la democrática, es más bien la que se nutre del acuerdo, y de la
comprensión de lo propio y de lo ajeno como parte de un todo que nos interesa e
incumbe a todos, personas y países, comunidades y pueblos.
Y pienso en todo esto
porque, a pesar de las múltiples evidencias de que el drama venezolano ha
llegado a convertirse hoy por hoy –y desde hace rato-, en un problema
multinacional, transnacional, global, en el que están implicadas las principales
economías y potencias del mundo, es a nosotros a quienes toca resolverlo con
nuestras propias capacidades y fortalezas, a pesar de nuestras debilidades, y
habida cuenta de las amenazas internas y externas que como país podamos estar
enfrentando. Ello, esa conciencia de propiedad del problema y de su consecuente
solución, por supuesto que no desprecia la importancia que tienen todos
aquellos Estados, pueblos y personas de la comunidad internacional que se han alineado a favor de
lo promovido e impulsado por el presidente Guaidó y su equipo, ni tampoco soslaya el
peso ni la amenaza que significan los países y entes indiferentes ¿neutrales? o
cómplices del statu quo bajo cuyas
tinieblas la nación desangra.
Amigo, partes de la base de un factor... la ciudadanía, que desafortunadamente no está presente en todos los actores, esa es la gran deuda de las democracias latinoamericanas para con sus pueblos, que no supieron generar ciudadanos. Lo pagamos cada día.
ResponderEliminarCiertamente, profesor Ordóñez. Queda implícito en mi razonamiento el hecho o el hábito de una conducta democrática, lo cual, desde hace tiempo en Venezuela viene siendo destrozado, vapuleado por las instancias de poder formal. No obstante, confieso que me parece peligroso que, a pesar de las extremas dificultades por la que atravesamos y aún consciente de que muchos de los males de hoy nos han sido impuestos sin consulta previa ni posibilidad de protesto, temo mucho que pueda llegarse a la conclusión de que los problemas de Venezuela los resolverán entes externos o algún superpoder doméstico que no necesariamente existe o que no nos resulte deseable ni favorable. (Pienso en la inconveniencia de un escenario de violencia masiva, auspiciada que sea de afuera o de adentro).
EliminarEn fin, no cabe duda de que estamos frente a una dificultad inédita.
Agradezco mucho tu comentario, Luis. Un cordial saludo.