jueves, 7 de abril de 2011

LA LEY DE DIÓGENES


La ley de Diógenes


P
ocos internacionalistas meritorios y reputados habrá tenido Venezuela en los últimos cien años, como aquel caballero de quien poco habíamos oído hablar hasta que en el 2008, Francisco Suniaga lo trajera a nuestra vida con su “Pasajero de Truman”, novela histórica que en 23 episodios distribuidos entre dos hilos narrativos bien entrelazados y aderezados nos brinda la posibilidad de iluminar para nuestro entendimiento y toma de previsiones a futuro, una de las épocas más oscuras a la que hemos sido sometidos por el virus del caudillismo despiadado e ignorante que por lapsos nos ha afectado en mayor o menor medida.
Uno de estos dos hilos que tejen la trama, es el que deviene de la conversación, casi monólogo, entre Diógenes Escalante y su fiel colaborador Humberto Ordóñez durante un vuelo especial Caracas-Washington que, seguramente, nunca apareció en la cartelera pública del aeropuerto de Maiquetía y que se efectuó empleando el avión especialmente enviado para la ocasión por el presidente Harry Truman, de los Estados Unidos. En esa conversación, Escalante se pasea por muchos de los eventos cruciales relacionados con su ambición cuyo fin último, pudiéramos decir que era “regalarle” democracia a su querido pero distante país.
Resulta que, y según nos cuenta Suniaga, mientras Truman estaba preparándose para su crucial y delicado encuentro con Stalin y Churchill en Postdam, para acordar nada más y nada menos que ¡la partición del mundo! y la consecuente territorialización de una división que hasta ese entonces había sido nada más que de ideas, cual era, la existente entre capitalismo y comunismo, transcurre una intensa conversación entre éste y Escalante quien, a su escala reducida, también se preparaba para un evento crucial y delicado para su vida y la de nuestro país, cual era, su encargaduría de la presidencia de Venezuela para un proceso de transición democrática que se esperaba fuese suave y manso,  sin la violencia fraticida que nos había marcado durante los anteriores cien años de historia.
A lo largo de esta conversación, rica en mensajes y signos de lo que ha sido nuestra vinculación con el “imperio”, destaca un pasaje que, más bien, busca retratarnos a nosotros como país, como lo que somos y como lo que muchas veces hemos querido pero no logrado dejar de ser.
Se trata del momento en que Truman habla quejoso de su llegada a la presidencia de su país sin haber pasado ni por Yale ni por Harvard, (p. 180). Escalante, al respecto, hace una referencia que, queriendo ser gráficos, pudiéramos catalogar como una forma de síndrome de patología mecánica. La idea se desprende de las palabras de Escalante a su amigo cuando le afirma: “…yo si había querido ser presidente de Venezuela… …Mientras más me iba formando y adquiriendo conocimientos, más ignorantes e incapaces me parecían quienes en mi país, desconociendo cómo se mueve el mundo, ejercían el Gobierno…”
Esta grave y elocuente afirmación es la que motiva este artículo y lo que me ha llevado a formular lo que me ha parecido razonable bautizar como la Ley de Diógenes. Según la misma, y en algunos períodos de nuestra historia más que en otros, el  talento, el conocimiento y la preparación para el trabajo, han tenido una especie de comportamiento centrífugo que ha alejado de los centros de decisión a los más capaces e idóneos. Tanto, que me atrevería a proponer un lema que, aunque negativo y penoso, consistiría en formular una relación estructuralmente inversa entre el talento de las personas y el ejercicio del poder político, como dos instancias que se repelen cada vez más en la medida en que la una y la otra intentan acercarse.  Sabemos que los cuerpos en el Universo, más bien se atraen en proporción  inversa al cuadrado de la distancia que los separa. O sea, cuanto más cerca, más se atraen. En nuestro caso, faltaría determinar qué tipo de ley matemática regiría la repulsión delatada por Escalante. Una ley que, sin lugar a dudas, separaría el talento del poder en relación directa a la distancia: mientras más sabes, menos te quiero y cuanto más lejos te quedes, pues mejor para todo el mundo. Faltaría sólo saber, si es que importara tal lujo de detalle, si las proporciones entre una cosa y la otra respetan una ley lineal, cuadrática o, inclusive, exponencial. Quedará el asunto como materia de investigación para siguientes reflexiones, o sea, la expresión matemática de esta ley que nos serviría para entendernos cada vez mejor y pronosticar con mas tino nuestro futuro. Así que inspirémonos en Newton y pesquemos la fórmula que, de manera antigravitacional, estaría vinculando Talento Vs. Poder político.[1]. 
Ironías aparte, me parece que el tema es de tanta importancia que, ningún país serio y exitoso del mundo lo ha descuidado, y que no debe confundirse con una apología al elitismo o a la tecnocracia, como sistemas políticos claramente identificados en la literatura especializada y relacionados con delegar el ejercicio del gobierno en manos idóneas.
¿Si no procuramos que nos gobiernen los mejor preparados para gobernar, quién podemos aspirar nos gobierne mejor?



[1] Quien desee hacer repaso rápido a la ley de gravitación universal de Isaac Newton, puede revisar el siguiente enlace:  http://es.wikipedia.org/wiki/Ley_de_gravitaci%C3%B3n_universal

5 comentarios:

  1. Apreciado Enzo,
    Interesante tu artículo derivado de la lectura del libro de Suniaga.Tu planteamiento vale la pena evaluarlo si es sólo válido en algunos paises, particularmente los latinoamerticanos y africanos o sucede,también, en los llamados avanzados. Pienso que no en estos últimos porque sus pueblos no los elijen.
    Te recomiendo seguir ahondando en el tema.Podrías obtener excelentes conclusiones y estadísticas.
    Un abrazo
    William

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  3. Enzo, interesante tu artículo, leyéndolo me vino a la mente aquella famosa frase anónima: “Los pueblos tienen los gobernantes que se merecen”; la cual, bajo la visión de tu articulo yo reformularía: Los pueblos tienen los gobernantes que PUEDEN tener, aquellos que su CAPACIDAD y SENTIDO DE RESPONSABILIDAD les permite elegir. Un abrazo, Pina

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  4. Hola Enzo, me parece excelente este escrito, en verdad al leerlo me siento muy identificada con el tema y con el dia a dia que estamos viviendo en esta sociedad. en pocas lineas haces revivir lo de hoy y lo de ayer.
    Te felicito hermano sigue con esta tu pasion, lo haces muy bien y logras captar y entretener al lector
    Un gran abrazo.

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  5. Ciao Enzo,anzitutto mi felicito con te per questa nuova iniziativa,molto interessante e di certo con grande seguito.Già il titolo mi piace e spero di avere tradotto e compreso bene.Mi associo a quanto dice Pina e,aggiungo,come le nostre società siano purtroppo sempre di più minacciate da quanto prodotto dal consumismo e dalla perdita di molti importanti valori - rispetto,onestà,tolleranza - che sono i principi che ci hanno insegnato fino da bambini.Seguo un poco la vostra siuazione politica ma non vivendola non posso capirla a fondo e dare quindi un giudizio;tuttavia trovo che vi siano grandi analogie con quanto stà accadendo nella nostra Italia,dove,con il potere del denaro e dei media si comprano l'opininione pubblica,politica ed il consenso, facendo quindi dubitare - a chi di buon senso ne ha - di vivere in un paese democratico.Da tempo mi ero "associato" ad una forse non piccola "maggioranza silenziosa" proprio per riflettere senza essere assordato da dichiarazioni roboanti e falsi richiami.Trovo con questo tuo blog di poter esprimere ciò che penso sperando di poterlo condividere.
    Un forte abbraccio, Roberto

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