lunes, 9 de mayo de 2011

Precisión de Género o ¡Qué género de precisión!


Algunos amigos que leyeron mi relato publicado en "Pez de Plata", hicieron asociaciones con la llamada "violencia de género". Ello me ha dado motivos para crear otro relato que fluye de manera simétrica, donde la voz narrativa es femenina. 
En realidad, lo que vivimos es ficción.

¿Cómo lo mato?

A los amigos y amigas que comentaron ¿Cómo la mato?
N
ecesito resolver y no se me ocurre otra cosa que sentarme a escribir. ¡Quién sabe si del teclado termina brotando un genio!
El caso es que hoy, al despertarme, aún en la cama, le comenté a mi esposo la noticia del asesinato cuádruple que hubo ayer en Macaracuay  –un carajo acuchilló dormidos a sus padres octogenarios y a sus dos jóvenes hijos universitarios-, y luego, con el mismo cuchillo, trató infructuosamente de suicidarse. 
Él, frío, normal, como si me fuera a dar el reporte del tiempo o a lo sumo comentarme sobre unos muertos en Afganistán, me dice:  ¡Coño, pero hubiera tratado primero de suicidarse!
Claro, pensé, tiene razón. ¡Hubiera tratado el coño de madre de suicidarse antes! ¡Hubiera evitado cargarse a la familia!  No se me había ocurrido…
Como venía al caso, alcé de la mesita de noche un libro de relatos sobre asesinos y vampiros que estoy terminando de leer, uno ilustrado con un cuchillo de cocina atravesando una piedra sangrante –supongo que se trata de una piedra extraña,  lunar tal vez, porque a las de la Tierra es muy jodido atravesarlas con un cuchillo, y más aún que echen sangre-, se lo muestro y se lo recomiendo.   Le hablo de la maravilla de relatos que son. Que vale la pena los lea, que están muy bien escritos y que tratan sobre un poco de gente que muere acuchillada. 
Él, aún somnoliento, sin mayor interés, me pregunta por el autor. Yo le contesto que es un tal Santaella, de nombre rarísimo.  Levanto otra vez el libro y leo, y le digo sí, Fedosy, Fedosy Santaella. Muy raro el nombre. Escribe muy bien el tipo.  Y entonces, él espeta: ¿Y si tú me fueras a asesinar, cómo lo harías? ¿con un cuchillo?
Por unos segundos enmudecí.
¡Si él supiera las veces que, estando juntos en la cocina, mientras corto los vegetales, o la carne, o lo que haya en la nevera para preparar el bendito almuerzo, entre tanto él, impertérrito, sigue alguno de los irritantes programas de televisión, lo que me provoca, realmente, es clavarle a traición el cuchillo ese grandote, el mismo que compré hace años para celebrar el cobro de unos reales que ya había echado a pérdidas!   Si él supiera cuántas veces me he erizado pensando que le tajo el lomo. 
Si supiera cómo se me enfría la espalda cada vez que me cruza por la mente esta idea repetida de asesinarlo, siempre que estamos juntos y solos en la cocina, con el televisor encendido como único testigo de nuestro soporífero rito de cocinar-comer-lavar los platos-cocinar-comer-lavar.
Pero nada; fría y normal,  como si le fuera a hablar del estado del tiempo o de unos pocos muertos que hubo ayer en Afganistán, le contesto: No mi amor, cómo se te ocurre. Jamás se me ha cruzado por la mente una idea tan terrible, ni siquiera leyendo el primer relato lunar de Santaella, ni el de los perritos; jamás te asesinaría.
Luego, pensándolo bien, me dije que no sería mala la idea de ir maquinando alguna estratagema sutil, por si acaso un día necesito asesinarlo, -antes de suicidarme, por supuesto, o de él asesinarme-.
Ahora me pregunto ¿de qué material estará hecho el corazón de mi marido? ¿Será de piedras lunares?
 


Enzo Pittari, Caracas, mayo 5, 2011.

2 comentarios:

  1. Después de leer las dos versiones y a riesgo de enfrentarme a propio género, me parece mucho más creíble la segunda version. Y aclaró que no he pensado en asesinar a mi esposo aunquelo que si tajaria con gusto seria al "soporífero rito de cocinar-comer-lavar los platos-cocinar-comer-lavar"

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  2. Tu femenina hija declara: Me gusta más esta última versión!!

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