Sumar-sumar,
antes de que nos maten en el intento
D
|
esde
los días siguientes a la última de las convocatorias electorales
venezolanas se ha desatado en el país, en los lados de la no siempre bien
llamada Oposición, un reiterado pero confuso cuestionamiento a los procedimientos
y principios de actuación diseñados y puestos en práctica por la MUD, lo cual, veo
decantando en una pérdida del liderazgo labrado y alcanzado en los últimos
años, no sin considerables esfuerzos y riesgos, por el gobernador Henrique
Capriles.
No
soy caprilista, ni soy analista político profesional, ni tengo mayor interés en
este asunto que el de un ciudadano quien, aparte sus ocupaciones y exigencias
de vida dadas por una ciudad violenta y desabastecida como Caracas, tiene el
privilegio de contar con un espacio de reflexión dentro del ambiente
universitario que le permite pensar de manera sistemática, aunque modesta, en
Democracia.
En
tal carácter surgen las siguientes líneas.
En
primer lugar pienso que la desconexión social que hoy vivimos en Venezuela, es
algo que nos hemos ganado y que, en su origen, no nos la impuso nadie. Somos
responsables todos, unos más otros menos y, aunque como individuo me cuesta
encontrar aquello que hice mal y que ayudara a provocar este estado de cosas,
como parte del grupo generacional al que pertenezco he llegado a la conclusión
de que fallamos; fallamos estrepitosamente y no tenemos manera de dejarle a
nuestra descendencia una herencia menos onerosa que la supuesta por la inmensa
deuda que exponencialmente acumulamos en los últimos lustros: Y no me refiero a
la sola deuda financiera que el país ha contraído con chinos y otros afilados
prestamistas internacionales, sino a la supuesta por el enmarañado entuerto
social y político en el que ha quedado convertida hoy Venezuela.
En
segundo término, creo que la confrontación que de manera inédita hemos
alimentado en los últimos dieciséis años participando en tantas competencias electorales
de dudosa validez, más allá de alimentar una ilusión de democracia, nos ha
terminado provocando el desencanto propio de quien sale derrotado después de
reiterar de buena fe en un juego que de antemano sabe va con cartas marcadas,
con dados cargados. Pero resulta que, si
se quiere como compensación, a lo largo de esa confrontación electocrática -que no democrática-, se
ha podido materializar un proyecto de asociación o alianza que, bajo el
acrónimo MUD, ha supuesto una coalición, si no de ideales, al menos de valores,
y para un programa de trabajo que se supone devolverá al país una paz que
inexplicablemente nos abandona.
Sabemos
bien que toda reunión de personas está hecha de coincidencias y diferencias, de
superávits y déficits, Y que funcionan tales reuniones gracias a que lo primero
supera en cuantía o importancia a lo segundo. La MUD no escapa a esta
característica. Sólo que hoy, desgastados como estamos, incrédulos y casi
desesperados por ver un adecentamiento de las instituciones públicas y
privadas, y por conseguir un país más vivible, pretendemos soluciones distintas a
las practicadas, y criticamos la manera como la MUD ha propuesto hacer
las cosas: Que tomemos la calle, pero nadie dice cómo y cuándo ni valora su
eficacia y sus riesgos. Que María Corina o Leopoldo lo habrían hecho mejor que
Henrique, pero nadie asoma la calidad de esa manera mejor. Que mejor nos vamos y que otros arreen el muerto, pero nadie dice para dónde irse, ni cómo, ni
organiza las exequias del supuesto cadáver.
Yo
creo que estamos inmersos en una tremenda confusión que, por un lado nos lleva
a despreciar los aciertos y, por otro, a sobre estimar las carencias de la MUD.
Más
allá de los análisis que supongo ellos habrán hecho en su seno, yo creo que
muchos estarán de acuerdo conmigo en que el principal activo de la MUD es la
suerte de confederación de voluntades que, de manera estructurada o no, ha
logrado acumular. Y también deben haber muchos, de acuerdo conmigo en que la principal
carencia de esa mesa mal servida es una tremenda falta de comunicación con el
país entero, que no dudo en decir se pudiera aún resolver con un mejor Marketing. Y me permito escribir este
anglicismo con mayúscula y en cursiva porque considero, hoy más que nunca,
urgente e insoslayable la cobertura de esta deficiencia.
Hacer
el Marketing implica muchas cosas: en primer término suplir las faltas de comprensión sobre lo que somos como país y como individuos,
social y políticamente hablando, luego, entender mejor las aspiraciones y
preferencias de los ciudadanos, inclusive, comprender qué entiende cada uno por
la palabra ciudadano. También,
gerencialmente hablando supone unos objetivos a alcanzar, unas metas, unos recursos, unas inversiones, unos
beneficios y sin duda lo más importante, una comunicación racionalmente
estudiada e implementada que garantice que todos podamos ubicarnos en el rol que
mejor sabemos ejecutar y qué podemos esperar de ese ejercicio.
Hoy,
la mayoría de nosotros inclusive los mejor informados, no tenemos idea de
qué planea la MUD hacer en los próximos meses frente al país, ni tampoco el
candidato Capriles. No dudamos de que trabajan, pero no sabemos en qué: qué
cronograma de eventos visualiza, cuáles son las valoraciones de país que está
haciendo, qué propone respecto a cada una de las cosas que nos están
dolorosamente afectando: abastecimiento de los mercados, seguridad pública,
servicios de salud, eléctricos, de información y comunicación, de aguas, de
política comercial, seguridad jurídica, libertad de pensamiento y de acción,
etcétera.
No
sabemos nada de nada, sólo que vamos agotándonos y que nuestras reservas
físicas y morales van cayendo vertiginosamente, y que se está perdiendo una
oportunidad dorada de conectar a los venezolanos todos, rojos, menos rojos y de
todos los demás colores de la paleta política, alrededor de un proyecto que signifique algo más que
criticar lo que uno u otro personaje del gobierno hace o deja de hacer. Un
proyecto que convoque a los que puedan y quieran aportar, cada uno en el campo
de su dominio.
No
veo a la MUD como un partido. Pero tampoco la concibo como una simple máquina
electoral. Más bien la quisiera pensar como un ente suprapartidista que, con
visión de helicóptero pero con vocación de carpintero, funja como agente
responsable de disciplinar la reconstrucción de una sociedad que no puede
esperar más a que nombren en la presidencia a tal o cual persona para empezar a
reformularse. No creo alcancemos a tolerar ya, por mucho más tiempo, la erosión
sostenida de nuestro capital humano, bien sea por desgaste o por migración.
A los efectos, se me ocurren valiosos dos movimientos urgentes concretos:
A los efectos, se me ocurren valiosos dos movimientos urgentes concretos:
a)
Que los diputados que con mayoría nacional de votos elegimos
hace varios meses a la Asamblea, nos digan semanalmente en qué emplearon su
tiempo, qué asuntos de interés público ayudaron a controlar y qué leyes están
diseñando o tienen en mente hacer valer una vez que cesen los poderes
especiales del presidente. (Y vaya otro anglicismo: accountability)
b)
Que las autoridades de la MUD designen algo así como un Gabinete
Sombra, con personas calificadas e identificadas para cada rubro, que se
dedique a hacer contrapeso comunicacional a la acción de gobierno, genere
opinión y oriente y coaligue las voluntades de la ciudadanía dispuesta a la
reconstrucción.
Serían
ambas cosas el caldo de cultivo necesario y suficiente para que podamos hacer
el marketing al que me refiero. No hacer ese par de movimientos, o algo
equivalente, contribuiría a poner morado este otro caldo de desesperanza en el
que vamos sumergiéndonos.
Es
un salto conceptual el que se impone para la búsqueda del significado del país
que necesitamos y queremos, donde lejos de los populismos de distinto color y
género podamos ensamblar, apartándonos del cortoplacismo de las encuestas
electorales y cuidando no embarcarnos en el reinvento de la pólvora democrática,
las mejores iniciativas para un bienestar que hoy vemos diluyéndose en
esfuerzos de poco valor añadido pero de un inmenso costo individual que no
sabemos hasta dónde seremos capaces sostener antes de morir acribillados por
una de las balas que sí parecieran responder a un plan de marketing bien estructurado, que es el de nuestra industria de la
muerte.
Enzo, buen articulo, describes con precision y detalles, en la Venezuela que vivimos, lo cual es muy lamentable y doloroso.
ResponderEliminarExcelente al sugerir elaborar un plan de Marketing, ayuda a centrar las ideas que nos llevarian a algo positivo y nos aleja del dialogo repetitivo que ya se ha convertido en lo comun, cuando nos encontramos o nos reunimos con los amigos.
En mi posicion de lectora, me parece que es un articulo interesante y logra motivar al lector a pensar diferente y unirnos a nuestros dirigientes con ideas y planes de trabajo nuevos. En otras palabras, es un articulo que brinda una propuesta, una motivacion y una esperanza, aunque cuando escribo la palabra esperanza, se me hace un nudo en la garganta
Mi hermano querido TE FELICITO por ser tan tanlentoso, continua con este arte
Un abrazo